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MINISTRANDO EN TIEMPOS DE PANDEMIA – Por José Antonio Altamirano T.

By julio 20, 2020No Comments

José Antonio Altamirano T., es pastor de La Iglesia Cristiana Bautista «Camino de Salvación», en Tijuana, México.

MINISTRANDO EN TIEMPOS DE PANDEMIA.

_“¿Estoy hablando a la iglesia del albergue?”,

_“¿De parte de quién?”,

_“Ah, es que, mire, me dieron este teléfono porque ando buscando un lugar donde quedarme, acabo de llegar a esta ciudad y no conozco a nadie”,

_“¿Es usted migrante?”, “Si y hablé a tres albergues y me dijeron que por ahora no están recibiendo gente, ayúdeme, por favor, no tengo dónde quedarme…”

Este ha sido uno de los diálogos mas continuos que hemos sostenido Durante los últimos cuatro meses, los meses de la cuarentena por la pandemia que azota a la humanidad, en torno al ministerio del albergue que tenemos en la iglesia. Hombres y mujeres, solteros, casadas, buscando un espacio de acogida, un lugar donde estar mientras se resuelve su Situación migratoria. Un tiempo en el cual, por razones lógicas se dieron las pautas para que los albergues de la ciudad consideraran cerrar Temporalmente sus puertas, en cuanto a la recepción de migrantes, para evitar contagios. Es, como lo he dicho, una razón lógica y la hemos respetado de manera general, implementando los protocolos de prevención y seguridad establecidos por las autoridades competentes; contando con la orientación y apoyo en el flujo de información y dotación de insumos por parte de diversas organizaciones, asociaciones, iglesias y personas. Así es como hemos logrado salir adelante con las necesidades que la circunstancia actual nos presenta.

El diálogo referido al inicio de este texto, nos hace pensar en nuestra razón de ser y hacer como comunidad de fe. Si hemos declarado que existimos para servir, debemos honrar dicha declaración; este ha sido el elemento clave para seguir abriendo nuestras puertas y recibir a las personas migrantes que llegan hasta esta frontera con el propósito de encontrar un mejor rumbo para su vida. Con las puertas del templo cerradas por disposiciones oficiales, recurriendo a las transmisiones digitales de los cultos, nuestra iglesia sigue adelante; descubriendo las implicaciones que la modalidad “online” contrae. Lo que no se puede es hacer funcionar un albergue en modalidad digital, por ello seguimos funcionando, sirviendo a las personas migrantes.

Desde el pasado 20 de marzo, día de inicio de la cuarentena, hemos recibido a 54 personas hasta este día, 15 de julio. Al hacer cuentas y cuadrar esta cantidad, nos sorprendemos que en este flujo intenso no ha habido ni un solo caso de portación del virus que ha ocasionado la pandemia. Ciertamente que con los protocolos activados podemos sentir que avanzamos con firmeza, mas es, sin lugar a dudas, la intervención divina la que nos ha permitido seguir ministrando de manera segura. Gracias damos a Dios por su cuidado y dirección en todo este tiempo, porque las personas han formado comunidad y su interacción es como de familia, lo que permite que puedan ver reflejado el amor de Dios en todo momento.

Al inicio de la cuarentena, el último domingo que abrimos la puerta, tuvimos la bendición de bautizar a uno de los migrantes. Ahora estamos iniciando discipulado con varios mas de ellos, quienes han pedido que se les den estudios bíblicos. Si el trabajo del albergue no se detiene, el de la iglesia menos; estamos adaptándonos a las características de este tiempo y le pedimos a Dios nos siga dirigiendo en este propósito. Seguimos con el sostenimiento a nuestras dos migrantes del evangelio (misioneras) que se encuentran en Asia y África, la fidelidad de Dios no ha cesado, la obediencia de la iglesia en la mayordomía se mantiene.

También apoyamos un comedor infantil en Venezuela, con una aportación fija cada dos meses, que en esta última entrega casi se duplicó. Tuvimos la bendición de colaborar con otro de nuestros amigos misioneros en Asia, enviando una muy significativa ofrenda para que pudiera apoyar con 60 costales de arroz a una comunidad del país donde está sirviendo.


Todo esto ha sido posible por la misericordia de Dios. En tiempos de pandemia, seguimos confiando en que Dios tiene el control de lo que debemos hacer como comunidad de fe, desde nuestra ciudad a todas las etnias de la tierra.

Existimos para servir

José Antonio Altamirano T.